Inicio Internacionales ¿Qué papel juega la energía en la disputa Trump-Biden?

¿Qué papel juega la energía en la disputa Trump-Biden?

A menos de un mes de las elecciones se enciende la campaña y las agendas energéticas de ambos candidatos podrían ser determinantes en el voto del electorado.

Si faltaba agregar algún ingrediente más al preludio eleccionario en Estados Unidos, el positivo por COVID-19 que le fue diagnosticado al presidente Donald Trump completa un tablero sobrepasado de incertidumbre y expectativa respecto al horizontes que determinará el país el 3 de noviembre.

Al menos en lo discursivo, la política energética es una de las materias en las que más se diferencian las plataformas de Donald Trump y Joe Biden. Los paradigmas desde lo que parten sus agendas de trabajo son radicalmente opuestas. En gran parte del electorado se encuentran concepciones distintas desde el vamos, si analizamos la injerencia que tienen los quehaceres de la civilización en el fenómeno del calentamiento global.

Luego de cuatro años de mandato, Trump ofrece una lectura sencilla y nítida en cuanto a nociones de generación de energía, respecto a qué le pone atención y a qué no. Consciente de que el desarrollo de la industria hidrocarburífera representa una gran parte de la economía de un país –a partir del desarrollo del shale, se ha transformado en un exportador de petróleo en los últimos años–, Trump apelará a ratificar ese mismo voto al que logró cautivar en 2016. Un votante que le dio el visto bueno en lugares como Pensilvania y Michigan, estados en los que el Partido Demócrata no perdía desde 1988 y que terminaron siendo clave en el triunfo republicano.

Ante a un panorama mundial que tiende a la descarbonización, muchos trabajadores que se desempeñan en la industria minera –es el caso de varias comunidades en Kentucky o Virginia Occidental cercanas a los Apalaches– encuentran en propuestas como el Green New Deal una amenaza para sus puestos de trabajo. A ellos se dirige Trump cuando sostiene una pancarta que dice, sin ningún tipo de disimulo: “Trump digs coal [Trump banca el carbón]”.   

“Pensá que a él lo votaron en 2016, entre otros motivos, para encender las chimeneas de Ohio, Pennsilvania, Virginia Occidental y Michigan que habían sido apagadas, porque la economía de Obama pasaba de ser más industrial a una economía de servicios. Y lo que hizo durante su primer mandato fue eso. El desempleo en esos estados bajó. Trump va a hacer más de eso”, dice Sebastián Maril, analista financiero y especialista en política estadounidense.

La lógica, dice él, indicaría que en aquellos estados en los que se vio un incremento del empleo gracias a la reactivación de ciertas industrias vinculadas al gas y el petróleo, y negocios que dependen indirectamente de este sector, deberían inclinarse por Trump. Sin embargo, pone algo de cautela sobre esta idea debido al manto de dudas que algunas voces republicanas posan sobre el rol que tendrá el voto por correo, a propósito de la pandemia.  

“En estados como Pensilvania, Michigan y Wisconsin –señala Maril– los jueces han autorizado a las autoridades electorales de cada estado a postergar hasta 14 días más tarde el conteo de los votos que viene por correo. Como va a haber tanta gente que no va a querer ir a votar debido a la pandemia y que va a votar por correo, en teoría no van a tener tiempo de contar todos los votos el día de las elecciones”, sostiene.

Fracking y Green New Deal

Da la sensación de que las mayores incógnitas pasan por el lado de Biden, blanco de críticas y cuestionamientos desde ambos flancos, el ala más progresista de los demócratas y, naturalmente, los republicanos. Después de una interna demócrata en la que el establishment pisó más fuerte y dejó a un lado a candidatos como Bernie Sanders o Elizabeth Warren, las rispideces en esa fuerza son notorias. Por más que en este contexto haya un espíritu de encolumnarse detrás del candidato elegido en pos de derrotar a Trump, las voces que integran al Partido Demócrata están lejos de estar en sintonía.

Andrés Bernal, economista y asesor económico en la campaña de Bernie Sanders, explica que “el problema es que la visión de Biden no es muy clara. Está tratando de balancear. Por un lado, busca no ir muy en contra de las industrias petroleras y de emisiones en general, al mismo tiempo que no quiere irse en contra del movimiento ambiental y de las comunidades que están pidiendo cambios”’.

Como contó EOL semanas atrás, durante la campaña Biden estuvo en Pensilvania, donde enfatizó que no prohibirá el fracking, “más allá de la cantidad de veces que Trump mienta sobre mí”. En este sentido, Maril es contundente y remarca que el candidato demócrata está en contra del fracking. “Lo dijo muchísimas veces. El tema es que es tan antipático decir que estás en contra del fracking en Pensilvania, que es su estado y que lo tiene que ganar sí o sí después de que lo perdió Hillary. Está obligado a decirlo”, agrega.

Por otra parte, Nick Cunningham, periodista y analista energético de los Estados Unidos, señala que, a pesar de lo que sostengan varios grupos ambientalistas en el país, si gana Biden “no habrá grandes cambios en cuanto a la práctica del fracking, aunque sí planteó frenar nuevas perforaciones en terrenos federales”. No obstante, advierte que, excepto algunas zonas de Nuevo México, la mayoría de estas tierras están en manos privadas. “Apenas un 6% de la producción de crudo se ubica en tierras federales”.  

Además, Cunningham sostiene que, si bien hay muchas iniciativas que Biden debería enviar al Congreso, “una potencial administración de Biden podría reinstalar límites en las emisiones de metano provenientes de operaciones de gas y petróleo”.

Biden, a su vez, anunció un plan de inversión de dos billones de dólares en cuatro años como parte de un paquete de medidas que buscan impulsar proyectos de energías limpias y eliminar la emisión de gases de efecto invernadero para el 2035. “En todo el partido se entiende que hay que invertir de manera progresiva en energías renovables”, dice Bernal. Los desencuentros a nivel interno se dan en cuanto a la urgencia de la situación ambiental y por ende en la gradualidad con que se deberían tomar medidas.  

“Votar por Joe Biden no es una cuestión de si están o no de acuerdo con él, sino que es un voto para que nuestra democracia pueda vivir otro día más”, dijo en sus redes sociales Alexandria Ocasio-Cortez, congresista demócrata, una de las mayores impulsoras del Green New Deal. Una frase que pinta de cuerpo entero el presente que atraviesa la fuerza demócrata.