En una entrevista con EOL, el presidente de la Cámara Argentina-Texas, Pablo Rueda, analiza la visita del embajador Stanley a Neuquén y propone un esquema de regulación específica para propulsar la exportación de GNL.

La agitada agenda energética que acaparó la ciudad de Neuquén la última semana no sólo se debió a la Exposición Oil & Gas organizada por el IAPG. La visita del embajador estadounidense Mark Stanley y la Argentina-Texas Summit fueron una clara señal del interés que está despertando en Washington el desarrollo de la formación no convencional patagónica como solución frente a este complejo escenario internacional de restricción de oferta hidrocarburífera.
En una entrevista con EOL, el presidente de la Cámara de Comercio Argentina-Texas y Socio Fundador del estudio de abogados MHR que se especializa en regulación energética, destaca la oportunidad que significa este apoyo de los Estados Unidos y propone un esquema específico para impulsar la construcción de plantas licuefactoras para exportar GNL.
¿Qué balance hace de esta Argentina-Texas Summit?
El balance es enormemente positivo, el país necesitaba un evento de este tipo en este momento argentino en el que hay que empezar a hacer cosas. Claramente hay un apoyo de Estados Unidos en desarrollar a Vaca Muerta, un apoyo que es fundamental. Estados Unidos ha sido el profesor, el maestro de Argentina en materia de no convencional. Empezó primero, aprendimos de ahí y hay muchísimo que aprender todavía. Necesitamos a Estados Unidos por eso, pero además porque Estados Unidos ha resuelto cosas muy importantes que son comparables con el caso argentino. No solo son los maestros en las técnicas de explotación no convencional, además ellos también tenían un mercado interno muy desarrollado de gas y tuvieron que enfrentar la decisión por décadas de prohibir las exportaciones de gas natural como nosotros. Y tomaron esa decisión porque se pusieron a estudiar el impacto en la economía americana. Hicieron ese balance con sus pros y contras y luego de décadas de prohibirlo, hace poco decidieron abrirse al mundo. Hoy son el principal exportador de GNL mundial y con este nuevo contexto internacional tan favorable, el balance que habían hecho antes se debe haber quintuplicado en sus beneficios.
¿Piensa que ese balance también sería positivo en la Argentina incluso con la posibilidad de que suban los precios del gas del mercado interno?
Sí, sería netamente positivo o incluso más que en Estados Unidos. El netback de exportar GNL hace un precio competitivo con respecto al mercado interno. No se va a disparar el precio como pasó en Australia cuando abrió las exportaciones y eso produjo, junto con la cuestión ambiental de dejar de desarrollar reservorios, que el precio les suba. Eso en Argentina no tiene por qué pasar. Con lo cual, salir a exportar va a resultar en un precio que va a ser igual o más bajo del que hay hoy por el mayor gas disponible en el mercado interno.
[El embajador de EEUU visitó Vaca Muerta en un guiño de cara a la Expo AOG]
Es interesante el caso australiano que menciona porque justamente fue citado como un mal ejemplo por el nuevo subsecretario de Hidrocarburos Federico Bernal, para oponerse a la exportación masiva de los recursos de Vaca Muerta.
Yo no soy economista, soy abogado. Pero estudié mucho y escribí mucho sobre regulación energética. Y estudié muchísimo a Australia y a otros países que exportan y no veo que tengamos ese problema. El problema de Australia es que tiene los mercados divididos, la exportación del oeste no está conectada con el mercado interno australiano del este. Y, a su vez, el mercado interno está sufriendo una decisión de dejar de desarrollar hidrocarburos fósiles incluyendo el gas natural. Por otro lado, el protocolo que Australia creó con posibilidad de interrumpir exportaciones cuando haya situaciones de escasez en el mercado interno nunca se usó y quedó derogado.
Recién hablaba del apoyo que Estados Unidos le está dando al proyecto Vaca Muerta. ¿Considera que estas señales se dan porque ven un mayor consenso en el arco político argentino?
Mi visión es que la Argentina no puede construir modelos de exportación de largo plazo sin un consenso político de todas las fuerzas, oposición y gobierno. Un consenso que, al menos en ciertas actividades que generan divisas y empleo direccionadas a la exportación, no se puedan tocar y tengan que tener un régimen estable de largo plazo. Sin esto, no se va a poder construir un modelo de exportación de largo plazo con lo que significa exportar GNL al mundo, con el financiamiento que se necesita, la sofisticación que tiene, la confianza del comprador al largo plazo que hay que lograr. Todo eso requiere como mínimo que oposición y gobierno digan que a esta actividad no la van a cambiar gane quien gane.
[El rol de Bernal, el enigma que genera temor en la industria petrolera]
¿Qué puede aportar Estados Unidos en ese sentido?
Yo creo que a Estados Unidos le conviene como forma de relacionarse con Argentina, asociarse para Vaca Muerta. Porque es una explotación no convencional que ellos saben hacer, no solo en la explotación del recurso sino en la cuestión regulatoria. Ellos mismos hace seis años hicieron su primera exportación de GNL. Es algo muy reciente que implicó decisiones de cambios regulatorios muy importantes, una experiencia que le permitiría venir a la Argentina a participar como inversores porque saben cómo armar el negocio de la exportación de GNL al mundo.
¿Qué implicaría ese cambio de regulación?
Típicamente, los permisos de exportación miran los reservorios convencionales, las normas están escritas así. Pero cuando Estados Unidos tuvo que autorizar grandes proyectos de GNL, cambiaron el foco y midieron el recurso en la roca madre donde hay recursos por 200 o 300 años, no en los reservorios convencionales. Eso cambia la regulación de autorizaciones de exportaciones totalmente.
¿Cómo lo ve a Sergio Massa para empezar estos cambios que usted propone?
Él menciona como prioritario crear estos regímenes especiales para actividades que tienen como foco la exportación de bienes y servicios al mundo. Ese criterio que otorga un marco jurídico especial en materia cambiaria, laboral, impuestos, por lo que dice Massa, está alineado con ir construyendo esas actividades especiales que, para mí, es lo más importante que necesita hacer el país para salir de la crisis. Porque cambiar la macroeconomía o solucionar en forma genérica la macroeconomía argentina está resultando imposible. Entonces, lo que conviene hacer es, sin olvidarse de corregir un montón de cosas de la macro, crear estas actividades especiales. Va a ser más fácil, va a permitir divisas, recursos, generación de empleo y una transformación que va a ir contaminando al resto de la economía.
[Cuáles fueron los anuncios de Massa para “relanzar” Vaca Muerta]
Son un montón de cosas que se mencionan usualmente dentro de la industria energética, pero que cuesta que los gobiernos las implementen.
Ahora hay una diferencia. Lo tradicional en la Argentina es un modelo de economía cerrada donde se protege la industria nacional y el mercado interno para generar una bonanza de corto plazo. Pero el otro modelo es abrirse al mundo con una apertura que no es la de Corea del Sur, la de Israel, o la de China. Las aperturas económicas argentinas no estuvieron focalizadas en modelos de exportación de bienes y servicios. Esa pata de la apertura es fundamental y creo que es novedosa en este momento del país.
Aun si se toman estas decisiones, ¿no será complejo conseguir el enorme financiamiento que requieren estos proyectos?
Hablamos del consenso político, de crear estos marcos regulatorios estables, y falta una tercera pata que es la contractualizacion de la demanda en el largo plazo que se impuso con mucha fuerza desde la guerra en Ucrania. Los países quieren compromisos de suministro de los países proveedores firmes de largo plazo. Eso para la Argentina es fundamental, porque con esos contratos logra el financiamiento mucho más fácil que si tiene que proyectar sus ventas al mercado global en condición de spot. No es lo mismo salir a buscar financiamiento con un contrato firmado a 10 o 20 años.
[Los esquemas que analizan las empresas para financiar el segundo tramo del gasoducto]
Argentina se caracteriza últimamente por tener grandes atrasos en las obras de infraestructura que encara y este justamente es un proyecto que no debería atrasarse para aprovechar esta ventana de oportunidad. ¿Cuánto tiempo podría llevar?
Lo que sí te puedo decir es que algo bueno que vio el embajador es que hay cierto consenso en las fuerzas políticas de que la actividad de colocar el recurso Vaca Muerta a nivel global es algo que le conviene a cualquiera que esté en el gobierno y que no va a ocurrir sin un acuerdo. Si pasa eso, tendrás solo los temas técnicos y comerciales con plazos inevitables. Un proyecto desde el punto de vista técnico de una planta de licuefacción de 20 a 40 millones de metros cúbicos diarios te tarda más o menos siete años. A Perú le llevó diez años, a Estados Unidos un poco menos y, como el mundo avanza, quizás puedas acortar un poco los plazos, pero menos de cinco años sería muy difícil. También se podría avanzar en proyectos modulares más chicos y yo particularmente creo que Argentina debería hacer los dos en paralelo, pero hay que ver cuál es la demanda, dependiendo del cliente podés hacer un proyecto u otro.
Es muy difícil predecir la transición energética, pero en mi visión estamos hablando de una ventana de no mas de 40 o 50 años para utilizar el gas natural. Una cosa importante es cómo avanzará la tecnología. Cuánto va a mejorar la eficiencia del hidrógeno verde, o de las renovables o nuevas renovables. Eso nadie lo sabe y lo más probable es que ese plazo sea mucho menor a medida que avance la tecnolopgía