El conocido consultor dijo que el Gobierno necesita tomar medidas “audaces” y no “gestionar simplemente la crisis”.

Ya son varios los que piensan que, a esta altura, el 2021 tendrá más semejanzas que diferencias con el 2020. En medio de una pandemia que persiste, la industria hidrocarburífera argentina continúa lidiando con varios obstáculos –algunos de ellos atados al contexto internacional y otros anclados a su dinámica local– que no le permiten hablar de una franca recuperación en sus valores de producción.
Si tuviera que optar por una de las dos miradas, Daniel Gerold, director de G&G Consultants, se alinearía con aquellos que piensan que, como están dadas las cosas, lo que resta de 2021 no traerá un escenario demasiado diferente al actual. “Vamos a llegar a fin de 2021 y no vamos a ver recuperado el nivel previo a la pandemia. Esto afecta a todo el sector porque la demanda de combustible es lo que, en gran parte, al ser un país que tiene poca proporción de exportaciones de crudo, lo que mueve el amperímetro es la demanda local”, dijo en una jornada organizada por el Club del Petróleo, en referencia a la demanda de combustibles.
Según indicó, la Argentina viene de experimentar una caída interanual del 70%, en abril del año pasado, y hoy atraviesa “la crisis más grande de la historia”. La particularidad del crudo pasa por una brecha que se hace cada vez más notoria entre el precio local y el internacional del barril, mientras que, en el caso del gas, Gerol considera que la caída de la producción logró ser estabilizada a partir de la ejecución del Plan Gas, cuando “se necesitan decisiones audaces”.
Si bien entiende que existe una reactivación en la producción de petróleo en el país, el analista considera que ésta es relativa, al mismo tiempo que descree de algunos indicadores positivos que está arrojando Vaca Muerta tras la parálisis de abril: “Yo tengo una visión positiva respecto a cómo se va a ir recuperando la producción, a la vez que declina la producción de los yacimientos convencionales y la misma producción de pozos de otros años de Vaca Muerta”.
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En vínculo con el mercado extranjero, señaló que “se lee que hay un boom de exportaciones de Vaca Muerta, pero es lo que no absorbe el mercado local. En la medida que se sumen restricciones a la circulación, se dará “una nueva caída en la demanda de los combustibles y van a volver a aumentar las exportaciones”. Sin embargo, advierte que “no es que la producción tenga una recuperación a niveles prepandemia”.
Para él, la Argentina ha probado con todos los esquemas posibles en torno a los precios del crudo. Ninguno, en definitiva, con los resultados deseados. “En el 2008 –remarcó–, teníamos el petróleo plus, con el que arriba de una curva base que declina te reconocía un mayor precio, te doy los subsidios, pero no anduvo. No aumentó la producción, porque eso no logra atraer capital de un inversor que es internacional y que tiene alternativas para invertir en Argentina”.
En este sentido, él aclara que no dice que “para una empresa determinada, un esquema como éste no sea rentable, pero no funciona así la lógica inversora en los ochenta o más países del mundo donde se produce petróleo. Simplemente no funciona así”.
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En gran medida, el espíritu audaz al que llamó al Gobierno a adoptar pasa por la idea de que generar un escenario con mayores beneficios fiscales para las productoras, de modo de pensar en una producción local robustecida para un abastecimiento local, además de la exportación. “Si el Gobierno pusiera un buffer –asegura Gerold– mediante el cual contribuyera con los impuestos a los combustibles, con los impuestos a las ganancias de las empresas de producción y refinación, como para amortiguar el impacto a los consumidores y dejara que los precios de los combustibles se alinearan con los de exportación, ahí sería indistinto exportar o vender localmente”.
Con expectativa respecto a lo que pueda aportar la Ley de Vaca Muerta, de incentivo a la producción –que anunció Darío Martínez hace más de un año y validó Alberto Fernández en el discurso de apertura de las sesiones legislativas–, Gerold dijo que “la clave es tener precios indiferentes y un buffer importante de compensación a los consumidores. Es medio naif pensar que las empresas pueden subvencionar a los consumidores a la vez que atraer inversiones”.