Putin anunció la invasión y bombardeó las principales ciudades ucranianas durante la madrugada. Sobrereacción en los mercados y caídas históricas.

La tormenta perfecta que se tanto amenazó a los mercados energéticos durante los últimos meses finalmente se convirtió en una realidad. Durante esta madrugada, el presidente Vladimir Putin autorizó la invasión hacia Ucrania y las tropas rusas desplegaron un enorme operativo militar que en pocos minutos anuló todas las bases aéreas enemigas.
Las principales ciudades de toda Ucrania fueron bombardeadas y el temor a un ataque sobre civiles provocó la huida de millones de ciudadanos hacia la frontera con Polonia. En este momento, las rutas se encuentran abarrotadas y hay desabastecimiento de combustible.
Como era de prever, la reacción de los mercados fue inmediata. Las plazas financieras más relevantes del mundo abrieron con bajas históricas superiores al 5% y tanto el euro como la libra sufrieron un impacto contundente.
El mayor impacto se vio en el sector energético con un incremento del gas del 5% y del 7,5% en el petróleo, que cruza la barrera de los 100 dólares para cotizar a USD 104 por barril en el caso del Brent.
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“Hay una sobrereacción de los mercados. El timming que eligió Putin para la invasión fue muy malo porque se da justo en un momento muy complicado para el mundo, en medio de la pandemia, con una inflación muy alta, falta de empleo y fuerte presión sobre los precios de la energía”, comenta a EOL el analista de mercados, Francisco Uriburu.
La cuestión energética es la que genera mayor preocupación a nivel mundial. Durante todo el 2021, Europa sufrió un salto inédito de los precios del gas y de combustibles líquidos que todo indica que se profundizará.
En estos momentos, las reservas de almacenamiento europeas se encuentran en mínimos históricos cuando todavía quedan varias semanas de frío intenso en el viejo continente.
Por otra parte, la decisión alemana de bloquear la certificación del gasoducto Nord Stream 2 le pone todavía más limitantes al incremento de la oferta gasífera y obligará a un abastecimiento por GNL mucho más caro.
Berlín está decidida a abandonar la generación eléctrica mediante la energía nuclear y las centrales a carbón, camino que será imposible alcanzar solamente con energías renovables. De ahí que Alemania apoyó el etiquetado del gas como “combustible de transición” y que hasta el momento se mantenía firme en inaugurar el Nord Stream 2 cuanto antes.
El panorama ahora es completamente diferente. Sin tener operativos los gasoductos que atraviesan Ucrania y sin el Nord Stream 2, Europa se ve dependiente por completo de los volátiles precios del GNL y aún aceptando pagar precios más caros, es probable que no logre satisfacer toda la demanda necesaria.