El presidente brasileño reconoció que está analizando la venta de la petrolera con su ministro Guedes, quien propuso usar los ingresos para subsidiar la energía de los pobres.

“Yo ya tengo ganas de privatizar Petrobras, tengo ganas. Voy a ver con el equipo económico qué podemos hacer”, señaló el presidente Jair Bolsonaro y así reflotó el proyecto privatista que tanto proclamó durante la campaña presidencial y que luego tuvo que cajonear por la oposición del ala militar de su gobierno.
El timming no es casual y tiene lugar en medio de la crisis energética global que, a diferencia de Argentina, tiene un fuerte impacto en Brasil por su dependencia con la generación hidroeléctrica, tan afectada en este año de sequía.
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Como explicó EOL, los precios de los combustibles y las tarifas de gas y electricidad han sufrido un alza notable -alrededor del 40%- durante los últimos meses en el país vecino, con el consecuente golpe en la imagen de un oficialismo atemorizado por perder las elecciones del año próximo.
“Lo que pasa es que yo no puedo orientar mejor el precio del combustible, pero cuando aumenta, la culpa es mía. Aumenta el gas, la culpa es mía, pese a que yo suspendí el impuesto federal”, dijo Bolsonaro.
En este contexto es que ahora se ofrece la privatización de Petrobras como una forma de paliar el impacto sobre los bolsillos de los sectores de menores ingresos. Según el ministro de Economía Paulo Guedes, el dinero de la venta de acciones podría usarse para subsidiar a “los más frágiles”.
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“Cuando el precio del combustible sube, los más frágiles están en dificultades, ¿no es así? ¿Y que tal si yo vendiese acciones de Petrobras para darle a ellos esos recursos?, afirmó desde Washington y agregó que “cada vez que el combustible sube, tenés acciones de Petrobras valiendo más”. “Vendés un poquito de esas acciones y dejás a las personas más pobres que compren gas natural”, insistió.
Consultado por EOL, el analista político brasileño Marco Bastos, puntualizó que descree del anuncio del presidente. “Es puro humo. Bolsonaro proviene de una cultura muy estatista, jamás ha defendido la privatización de empresas públicas y sabe que las encuestas dicen que privatizar Petrobras no es muy popular en Brasil. Es solamente un guiño del gobierno a los inversores internacionales, a los que está necesitando”, subrayó.
En tanto, el mercado tampoco demostró demasiada euforia, a pesar de una leve suba inicial. “El mercado se fija más en los resultados operativos y en las ganancias de la empresa y no tanto en quién es el dueño. Lo importante va a ser si pueden conseguir el crédito suficiente para la etapa que viene, que será una etapa en la que se precisan muchas inversiones”, opinó el analista financiero, Francisco Uriburu.
“Realmente resulta poco creíble que un símbolo de la economía brasilera como Petrobras, líder de explotación offshore en el mundo, sufra una transformación en la cual el Estado pierda su control”, agregó.