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20 años del 11/9: las consecuencias del atentado siguen impactando en el mercado energético

El ataque a las Torres Gemelas dio paso a un período de fuerte inestabilidad de Medio Oriente que provocó importantes vaivenes en el predio del crudo. La incógnita por el nuevo escenario en Afganistán.
Telam.

A 20 años de los atentados del 11 de septiembre, las consecuencias sobre el sector energético se siguen manifestando al día de hoy. Las invasiones militares a Irak y Afganistán, los bombardeos con drones en varios países de esa región, y la radicalización de grupos terroristas como ISIS que derivaron del ataque a las Torres Gemelas, generaron una gran conflictividad en todo el Medio Oriente que tuvo su correlato sobre los mercados.

Como es sabido, se trata del lugar con mayores reservas de petróleo del mundo y de mayores tensiones a nivel militar, una combinación que provoca una fuerte volatilidad en los precios del crudo por la dificultad de su normal abastecimiento.

De esta manera, -e intensificado por otros fenómenos como el crecimiento de países emergentes como China e India y la burbuja de la crisis financiera internacional del 2008- el precio del barril a nivel mundial pasó en pocos años de 23 dólares a un pico de 140 dólares, posteriormente se desplomó a 45, volvió a subir a 125, cayó nuevamente a 35 y saltó otra vez por encima de los 80 dólares en 2018.

Todo eso sin contar los vaivenes de la pandemia, donde el WTI (barril de referencia en Estados Unidos) llegó al absurdo de registrar precios negativos para luego iniciar un sólido rally alcista hasta superar los 70 dólares, lo que disparó el valor de los energéticos en todo el mundo y generó niveles de inflación que no se veían hace más de diez años. De ahí que el presidente Biden intentó, sin éxito, que las principales potencias petroleras englobadas en el grupo OPEP + incrementaran su producción para retrotraer este efecto.

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Sin embargo, a lo largo de estas dos décadas, la política energética de los Estados Unidos dio un vuelco de 180 grados y logró pasar de ser el principal importador de petróleo del mundo al productor número uno a raíz de la llamada revolución del shale poniendo el valor sus reservas no convencionales hasta entonces improductivas.

“En el momento del atentado a las torres, Estados Unidos dependía fundamentalmente del petróleo de Arabia Saudita. Eran compradores netos. Por eso, empiezan a rever su plan petrolero y logran desarrollar Permian y otras cuencas no convencionales hasta convertirse en exportadores”, señala el analista de Wall Street, Francisco Uriburu.  

Esta mayor independencia energética otorga sus mejores frutos en el plano del gas natural, donde se da una baja notable en los precios internos. “Hasta el 2010, la curva del precio del gas en el índice Henry Hub era un espejo de la evolución del precio internacional del petróleo. A partir de allí, se despegan las curvas y el precio del gas baja a valores extremadamente bajos. Pasa de 8 dólares el millón de BTU (unidad de medida del gas) a 2 dólares. Eso fue una bendición para el usuario residencial y trajo un beneficio muy importante para la industria. De hecho, muchas fábricas que se habían deslocalizado volvieron a instalarse en territorio americano por contar con un gas más barato”, agregó, en esa línea, Gerardo Rabinovich, Vicepresidente del Instituto Mosconi.

No obstante, los cuestionamientos al fracking por parte de grupos ambientalistas comenzaron a poner en discusión este sendero energético y, ante el reflote de la agenda verde con la llegada de Biden a la Casa Blanca, las renovables adquirieron total protagonismo en detrimento de los hidrocarburos.

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“Desde el 11 de septiembre, Estados Unidos ha cambiado su postura energética en línea estricta con el tipo de partido que estuvo en el poder. Cada una tuvo sus pros y sus contras. Ahora con Biden, para el medio ambiente es importante que la primera economía del mundo cambie su matriz energética. El problema es que con sólo siete meses de mandato ya sabemos que el país dejó de ser independiente en términos petroleros y ya empieza a importar de otros países o regiones conflictivas. La desventaja de ello es que queda muy expuesto a los vaivenes geopolíticos externos. Y ya hemos visto cómo trepó el precio del combustible este año”, indica Sebastián Maril, analista de Research for Traders.

Como destacó este experto en finanzas y política norteamericana, este incremento del combustible está teniendo importantes repercusiones en la inflación de los Estados Unidos, que con un 5,4% interanual, alcanzó en julio su mayor nivel en 13 años. De acuerdo al Bureau of Labor Statistics, los commodities de la energía subieron un 41,2% en el último año, ocasionando una suba de los precios del transporte local del 17,8% en tan sólo estos primeros siete meses del 2021.

En este marco es que muchos temen que el reciente retiro de tropas de Afganistán, no haga más que acelerar la desestabilización en Medio Oriente y genere un nuevo salto en el precio del barril.

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“Hay mucha incertidumbre. Si estos eventos se salen de las fronteras de Afganistán y se trasladan a toda la región, tendría implicaciones para el mercado petrolero mundial y desde luego que precios más altos afectarían la recuperación económica de Estados Unidos. Hay que recordar que algunas instituciones financieras como el JP Morgan han hablado que ante la presencia de algún evento geopolítico, es posible que el precio del crudo se incremente por encima de los 80 dólares el barril”, sostiene el especialista en energía mexicano, Arturo Carranza.

En ese sentido, Maril no tiene dudas sobre los perjuicios que ocasionará el regreso de los talibanes a Kabul. “El desafío de Occidente y de Estados Unidos es evitar que el terrorismo, que se había prácticamente eliminado, vuelva a resurgir. Y tener a los talibanes que históricamente son conocidos por permitir que el terrorismo se concentre en sus fronteras, en un país que albergó en sus montañas a Bin Laden, donde sabemos que ISIS está activo, donde no hay una fuerza de seguridad centralizada, demuestra que la inestabilidad que va a mostrar Afganistán en los próximos meses va a durar el resto de la administración Biden. El error que cometió lo va a perseguir por el resto de su mandato”, subraya.